sábado, 7 de diciembre de 2013

Las Grietas De La Felicidad #8

Un día de Noviembre.
Una habitación, Dios sabe donde.



Abrí los ojos poco a poco, los rayos de luz se filtraban desde un ventanal hasta mi vista deslumbrándola. 
Enseguida me di cuenta de lo mucho que me dolía todo el cuerpo.
Giré la cabeza hacia la derecha, después hacia la izquierda. Lo único que lograba ver eran siluetas levemente difuminadas.
Un grito me sobresaltó, recordándome lo mucho que me dolía la cabeza.
- ¿Papá? ¡Gracias a Dios papá estás vivo! ¿Como te encuentras? -Las palabras sonaban mas bien como ecos molestos en mi cráneo.
- ¿Eh? -Logré decir a duras penas. La vista se me aclaró un poco más y pude distinguir a mi hija sentada en un sillón, justo al lado de la cama donde yo yacía.
Antes de darme cuenta ella salió corriendo fuera de la habitación y dos o tres minutos después entró un desconocido envuelto en una bata blanca. Intuí que podría ser el médico. Seguido de él entró Raul, con un aspecto preocupante. Estaba pálido, tenía ojeras y sus manos se asemejaban a dos bolas hinchadas y rojas. ¿Qué habría estado haciendo? Era imposible adivinarlo.
Tras varias preguntas sobre mi estado el doctor se retiró, y me quedé a solas con Mayka y mi nieto. Cosa que ella se dedicó unos cuarenta y cinco minutos a regañarme sobre mi comportamiento inmaduro y mi falta de preocupación por mi mismo y bla bla bla.
Cuando se sintió suficientemente satisfecha del discurso se retiró, alegando que tenía miles de cosas que hacer.
Raul se quedó.
Nos miramos a los ojos, intentando leer en alguna de las miradas algún hecho con el que pudiéramos empezar una conversación mínimamente normal.
- ¿Qué te pasa? -Dije yo, sorprendido de a los 83 años seguir diciendo las cosas sin pensar.
- ¿A mi?
- ¿Ves a alguien más en esta habitación acaso?
- Veo que tu mala leche sigue ahí, buena señal.
- Seguro que sí. Ahora, contesta a mi pregunta.
- No me pasa nada.
- Tengo sesenta y nueve años más que tú y sigues pensando que me mamo el dedo, chico.
- Yo no he..
- Calla, y cuéntale a este yayo que te pasa anda..
- Bueno, empezando por que el novio de mi madre la maltrata y casi estiras la pata, y acabando por que he discutido con mi novia, uno está como esta. Jodido.
- Ya veo... Pero quiero que sepas que me queda para rato por aquí, y que no permitiré que tu madre vuelva con ese tío. Si algo he aprendido bien, es a berrear. Y por lo de la muchacha esa, no te preocupes, que con los encantos que tienes ya genéricamente, no será difícil solucionarlo, eh.
- Gracias, abuelo.
- De nada chaval, ahora: sal de este antro y ve a buscarme comida de verdad, que la bazofia que me han traído de almuerzo sabe a vomito.
- A sus ordenes.